He montado un tendedero al horizonte
entre el inmenso azul, del mar y el cielo
sobre las rocas, más allá del monte
donde parece cubrir la vista un velo
Las pinzas son estrellas y luceros
la luz del sol clarea mis arreos
cubriéndolos de brillo y de alegría
de la mañana, hasta que cae el día
El viento, alguna vez me acerca un sueño
que desprende con su furia del cordón
empujándolo a la orilla con empeño
silbando, hasta lograr mi atención
De pronto, contemplando mi tendal
he visto allí colgada tu camisa
rebullendo, enredándose a mi chal
Creí ver un espejismo, distorsión de la brisa
pero aguzando el sentido, comprobé
que no había engaño, confusión, ni ensueño
y en mi cuerda de ficción, escruté
tus cosas con mis cosas, colgando sin dueño
Curiosa la ironía del deseo, al fin
que, donde la vigilia impone su frío careo
pone la utopía un tendal de arreo
a la suerte de un onírico confín.
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