miércoles, 20 de marzo de 2013
La puerta
Y yo, no entiendo nada
Extiendo a ti mis brazos
pero en modo indiferente
giras el rostro a otro lado
La respuesta es cortés
pero el gesto desganado
Adivino tu intención distante
rehusando algunos lazos
Y yo, no entiendo nada
Me muero por gritarte, por vencer
esta apatia que te invade
Pero en el miedo a perder
mi voluntad se evade
¿Por qué este extraño.. suponer?
¿Esta puerta, si, sin llave..
tras la que nunca puedo acceder?
Y yo, no entiendo nada
Etiquetas:
Cosas Mias
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Amamos a quienes no nos aman y rechazamos a los que lo hacen. Y lo bueno de todo, lo irónico y triste es que luego nos solemos quejar de que no somos felices, de que nadie nos comprende...
ResponderEliminarLa eterna canción del egoísmo y la ceguera... Amén.
Quién sabe lo que se esconde detrás de esa apatía, de ese autismo emocional. Y en todo caso, es una osadía de amante pretender forzar la reciprocidad. Querer debe tener un solo sentido, otra cosa es que pretendamos siempre ser correspondidos. Pero, ¿es exigible? Planteas una cuestión espinosa, y lo planteas muy bien. Un abrazo
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