Anudas despacio a tus dedos
ese hilo de
dolor
apretando entre
los puños
un arranque
de rencor
Quieres estrujar
la pena
como
si haciendo este impulso
aflojase la cadena
que libera el
padecer
Ocultas, girando a
otro lado
ese gesto desolado
que refleja
tu temor
Y confrontas
tu impotencia
insistiendo en
la oración
Apagas la voz del
mundo
porque el mundo es
pecador
Exterminas el
latir del sentimiento
porque sentir es
caer
en un abismo
de error
Con arrogancia
te enfundas
falso y obtuso
fervor
cuando juzgas sin
razón
olvidando en
tu virtud
que es la humildad
tu cilicio,
tú penitencia
el perdón.
¿Acaso no ves el
yerro
de tu falsa
ofuscación?
Por más que reces
e implores
no existe otra
condición
es finito tu
existir
Por más que
adornes con flores
ese altar de
devoción
Por más que
busques salidas
de eternidad o
sosiego
Tiene un término el
sendero
donde acaba la
epopeya
Y es en
polvo, extinguidos
confundidos entre
el cieno
del camino, que pasamos el testigo
del camino, que pasamos el testigo
Y la vida se
renueva
en otro brote desvalido
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