miércoles, 16 de noviembre de 2011

Antón


Antón
En su pequeña libreta
pintaba frases a las que
solamente él  ponía sentido
En su deambular sin rumbo
saboreaba las brisas
a las que solamente él
ponía nombre
De mujer, de ave
 de colores imprecisos
y paisajes idealizados
En su gesto se despistaba  un guiño
indefinido,  casi indiferente
que esclarecía un mundo
ajeno, peculiar como él mismo
En sus manos se estrujaba
una  vida, de dolor aplacado
de rebeldía contenida
de pájaro enjaulado
en un traje incomodo
confeccionado a desmedida
Su café, humeaba en la taza
durante  largos minutos
Mientras aspiraba en un pulso largo
un cigarro sin boquilla
que dejaba sus dedos amarillos
Chispeaba  en sus ojos
 una emoción ingenua
franca, desorientada
que aturdía a los cuerdos
e inquietaba a los engreídos
Le seguían  perros y gatos
conocedores del aliado
para los que siempre había una caricia
o un terrón de azúcar
Se alargaba en las sonrisas
se descuidaba en la farfulla
huía del discurso inútil
Y  alargaba la mano
tanteando el calor de lo conocido
de lo querido
para no perderse en un abismo
sin retorno

2 comentarios:

  1. Precioso poema,nunca estamos solos, nos acompaña siempre sentimientos y vivencias.
    Amor solitario
    que yace en las sombras
    del olvido
    cuánto te he amado
    cuánto ha dolido
    hasta dejar los ojos secos de llanto
    hasta dejar vacíos los recuerdos
    hasta marchitar el dolor
    hasta morir al costado del camino
    y se quiebra de espanto
    en cada punzada del recuerdo
    y grita en silencio
    el nombre que ya no tiene sentido
    el nombre que ya no significa nada
    el nombre del que se ha ido
    amor solitario
    amor herido
    amor no compartido

    Baixo un castanho

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  2. Tienes un talento inusual. Lo he disfrutado mucho, tanbién la canción.
    La soledad es un mito, dicen por ahí, pero qué mito tan poderoo!
    Un abrazo desde Købenvan en una mañana de dominmgo,

    Ian.

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