jueves, 17 de febrero de 2011

Mi Querido Diario....

                 
Cuanto tiempo sin utilizar tus páginas. La última vez tendría yo...¿14 años?.
La de cosas que han pasado desde entonces. Desde aquel día en que alguien descubrió tu existencia y violó mis mas intimos secretos y confidencias.
Todavía recuerdo aquella sensación de rabia al sentirme vulnerable, desnuda por dentro, viendo mi intimidad en manos de otros, que despiadadamente comentaban o ironizaban mis pensamientos mas guardados.
Tu perdiste valor, mis sentires desde entonces se almacenaron al resguardo de un recóndito lugar de mi memoria y una parte de mi se cerró para siempre a la confianza y generosidad de las letras.
Hoy me cuestiono con pena ese gusto desviado que tenemos los humanos por entrometernos en la privacidad de otros, por violar sus mas intimas parcelas, alegando un sinfín de variados y falsos motivos.
¿Nos proporciona cierto placer y alivio ver nuestros propios problemas o miserias en piel ajena?, ¿Mal de muchos consuelo de bobos?.
Que fácilmente nos erigimos en jueces y verdugos ajenos, y que difícilmente hurgamos en nuestras propias flaquezas y equivocaciones.
No entramos en esas parcelas con un afán de ayuda, orientación o consuelo, sino con un malsano regusto que nos permita justificar o tapar nuestro propio desvío.
Carecemos del valor de la confianza, nos sentimos inseguros, mermados y vulnerables en un mundo competitivo y cruel.
Nuestra libertad mas fundamental y profunda, la de nuestra propia identidad, que nos hace sentir bien tal como somos, se ve acotada ante el temor al rechazo por celos, envidias y rencores.
Impidiéndonos manifestar nuestra esencia sin miedo y encubriendo nuestras limitaciones o nuestros valores.
No somos dueños de nadie, ni jueces, ni verdugos. No podemos, ante nuestros propios fallos, censurar o señalar las conductas de otros.
Si realmente entendiéramos nuestra propia cualidad, nos bastaría con pretender ser tolerantes para tolerarnos a nosotros mismos acabando así con nuestros complejos y temores.
El conocimiento nos acerca a la aceptación. Cuanto menor sea nuestra inseguridad menor será la necesidad de ver el reflejo de nuestros errores en otros.
Mi querido diario inexistente, en mi aprendizaje yo tambien tropiezo en el érror de perder la confianza en mi misma, cuando siento mi intimidad amenazada.
Han pasado un monton de años y sigo en el intento de ser fiel a mis valores para respetar los de los demás.
..........

1 comentario:

  1. A veces algunos seres humanos nos creemos en el derecho de moldear a nuestro antojo hasta los sentimientos más íntimos, violando el derecho al respeto fundamental de la libertad en todo sentido, tapando o justificando nuestras propias debilidades con un pretexto injustificable.
    Precioso te ha quedado esta manifestación de tus sentimientos.
    Tal vez ya no tengas tu diario, pero tienes esa facilidad que te hace escribir con tanta belleza como la que hoy nos compartes. Gracias por eso. Un abrazo muy grande.

    ResponderEliminar

Gracias por visitar este espacio y compartir tu opinión